Zaragoza no es ciudad para viejos

Hace unas semanas nos enterábamos de los detalles escabrosos de maltrato hacia personas discapacitadas en una residencia en Galicia. Zaragoza no es país para viejos sonará a título de película, es posible que el guión de la realidad sea peor que el de la ficción.

A principios del año 2000 proliferaban residencias en pisos donde fui testigo de como los mismos propietarios cometían abusos en ancianos siempre vulnerables.

Calidad de vida

Esto no ocurría en residencias más grandes donde los abusos eran de otro tipo:
Me encontraba sirviendo la comida en una residencia muy valorada en aquella época por sus amplios jardines y terraza. En un momento dado me dí cuenta que una de las residentes no comía, me acerqué para instarla a que lo hiciera. Mis intentos se quedaron truncados ante la advertencia del dueño, que se paseaba por los pasillos como un gendarme en una cárcel, que me impidió ayudar a la residente, gritando de un lado a otro del salón:

¡Déjala! si no puede comer sola que la pasen al comedor de asistidos.

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Una decisión como esa, injusta y arbitraria hubiera traído serias consecuencias para una residente, con deterioro leve a moderado en un sector con personas con déficits más graves.

Hace dos años todo el país fue testigo de otros malos tratos, en este caso era más difícil mirar para otro lado, porque fueron televisados, ocurrieron en plena Pandemia y lo que pudo ser una llamada de atención más potente no surtió ningún efecto porque las situaciones de abuso siguen ocurriendo.

No son todas las residencias es admirable el trabajo esforzado, en su mayoría mujeres, que se ven exigidas al máximo para asear, vestir, duchar en tiempo record a tantas personas que ni siquiera les da tiempo a prestar atención a una nueva lesión que tratándola a tiempo se podría evitar un problema mayor.

¿Porqué seguimos admitiendo los abusos?

Es inadmisible consentir que las autoridades no pongan freno a esta violación de derechos, al abuso del que son conscientes. Por sus actos está claro que el bien común no está contemplado en su gestión, que les mueve mucho más lo rentable politicamente.

¿No sería más lógico invertir en cuidados? Crear y fortalecer infraestructuras, mejorar el capital humano y satisfacer las necesidades del que ya tenemos que ha demostrado con creces ser eficiente y abnegado? ¿no nos humanizaría estar a la cabeza de una comunidad que respeta a sus mayores dándoles más y mejor calidad de vida, apostando por el medio ambiente y no por destruir zonas verdes?.

Cada anciano y anciana de esta ciudad se ha dejado la piel por subsistir a veces con muy poco y entre todos han hecho esta ciudad. Que nadie les prive de una vejez digna. Porque tenemos una población envejecida, porque contamos con recursos, Zaragoza debe ser una ciudad de cuidados.

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